Monday, October 01, 2007

Queridos Opinólogos


Opínense este

Prendo la televisión a eso de las 11 de la mañana y me doy cuenta de que en casi todos los canales nacionales existe una nueva especia humana. Unos seres llamados “opinólogos”. - ¡Qué raro! Exclamo. No tenía idea que existía esa palabra, al parecer, el “Word” tampoco.

Y sin embargo, en la tele insisten con la palabrita. Y bueno, para hacer el cuento más corto, este fenómeno se expandió y llegó también a la radio y los periódicos. El diagnóstico: Epidemia

Entonces, permítame volver a pensar en estos personajes e intentar analizar su función… No hay caso, me siguen pareciendo un montón de payasos jugando a ser críticos, intentando realizar periodismo de opinión y cuya única función es destruirse entre ellos.

Revisando la web, me encuentro con diferentes posturas en cuanto a la “opinología”, incluso con una breve historia. Su creador fue un norteamericano llamado Matt Drudge, quien antes de terminar la enseñanza media, creó en los años 90 una página en Internet dedicada a la denuncia de escándalos. El sitio pasó algún tiempo sin llamar mucho la atención, hasta el día en que publicó una de los mayores bochornos ocurridos a un presidente estadounidense. Fue Drudge quien divulgó las fogosas relaciones entre el Presidente Bill Clinton y su secretaria, Mónica Lewinsky.

De ahí en más, aparecieron una seguidilla de personajes que se dedicaban a chismosear o más criollamente, “copuchar” y luego emitir juicios de valor con respecto al tema. El primero en acuñar el término en Chile, según el portal Chile.com, fue Jordi Castell.

Y todo esto para qué, se podría preguntar usted. Bueno, las razones, como tantas otras, apuntan al billete, al negocio. Hace tiempo que los medios de comunicación han perdido la seriedad y ahora se deben absolutamente a la publicidad.

Esta situación ha creado el ambiente perfecto para la aparición –casi reproducción- de tantos sujetos dispuestos a decir cualquier cosa con tal de subir el rating, cual hongos en la humedad. Y claro, es una fórmula fácil y probada, más de alguno quisiera ver una atractiva modelo semi-vestida, sin importar que lo que esté diciendo.

Con respecto a lo anterior, uno de los opinólogos más conocidos, Larry Moe, hizo una especie de clasificación de estos personajes (ver cuadro), ya que él también piensa que existe una sobrepoblación, con la diferencia de que es más optimista: “…la opinología local vive un ciclo de explosión demográfica al cabo del cual todo decantará y quedarán los mejores.” Eso me huele a auto-publicidad.

Sigo indagando y me encuentro con que en varios sitios incluso existen prototipos. Empero, lo que más me llama la atención, es que muchos hablan de ser controversial, sin pelos en la lengua, polémicos. Yo me pregunto ¿adónde hemos llegado que un ex futbolista es invitado a tantos programas por decirle garabatos a la gente, o que una modelo cuenta un chisme y es catalogada casi como héroe?

Sin embargo, ahora que lo pienso mejor, su existencia hace más entretenida la nuestra y por supuesto, nos nutre de importantísima información que nos ha de servir para conversar con nuestros pares, y así lograr mayores y mejores reflexiones acerca de algo tan imprescindible para la sociedad como lo es la farándula.

Claro, qué podría ser más interesante que ver a Marlen Olivarí quedándose dormida en una cena, o mejor aún, que puede ser más despreciable que Pato Laguna haya engañado a la tan querida Carlita Ochoa.

Y ni pensar en mostrar en televisión algún programa cultural estilo Discovery Channel. Por ningún motivo señores. Es preferible que esos reportajes tan “fomes” sean transmitidos los días domingo a la hora de almuerzo, de lo contrario podrían perturbar a la audiencia y perder publicidad.

Ni hablar de tener periódicos serios, que traten noticias del medioambiente, de los conflictos bélicos o la economía mundial. Eso sería una burla para los lectores que viven cansados y que sólo quieren divertirse. Sólo puede existir cabida para los problemas amorosos de nuestros héroes y alguno que otro robo… ¡es que en Chile hay tanta delincuencia!

Mejor aún, el Senado debería contratar al Team Koala para que hiciera sus sesiones más entretenidas, y aprovechar de agregar un par de asientos más para que los opinólogos puedan ejercer su tan respetable labor con mayor comodidad y así acercar la política a toda la ciudadanía.

Asimismo, puedo darme cuenta de que esta bendición para el periodismo chileno ha cruzado las fronteras. De hecho, en Argentina existe mayor variedad de estos personajes, incluso se han transformado en un servicio de exportación, debido a la calidad y a que algunos “envidiosos” quieren destruirlos. En Chile no tenemos problema para recibirlos, nutrirnos de su astucia, recordando cuán amables y solidarios somos, sin olvidar jamás que somos los mejores, los jaguares de Latinoamérica.

Por eso es que podemos darnos el lujo de “regalar” algunos referentes tan importantes como lo es María Eugenia Larraín. Y aunque era secreto, me convierto un rato en opinólogo y les cuento que en realidad, el traslado de la modelo es parte de un plan para conquistar el Perú.

Es así, mis estimados, como debo reconocer que me he equivocado con respecto a los opinólogos. Ellos están lejos de ser payasos. Es más, deberían ser llamados héroes nacionales. Son nuestra salvación para los problemas que nos aquejan, como el Transantiago, el stress, la contaminación o el aburrimiento.

Son la llave hacia el futuro, son adelantados a nuestra época. Ni siquiera han tenido que ir a la universidad. Deberían ser llamados por el gobierno para opinar sobre tanto lío que ha salido alguna vez en los periódicos, pero que no podemos recordar bien ya que nuestros queridos amigos se han encargado de desviar la atención y protegernos ante cualquier catástrofe.

Viva el Chico Pérez, viva la Daniella Campos, viva Nelson Mauri, viva Jordi Castell. Si en Argentina Luli quiere ser presidenta, en Chile debería ser el turno de Diana Bolocco y que por fin nuestro país sea tratado como se merece … ¿o no?

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